Una serpiente de cascabel amaneció en mi jardín. Mi más cercana perra pasó la mañana advirtiéndonos con sus ladridos, pero yo no podía creerlo a pesar de oír el cascabel (que suena como una cigarra), hasta que mi compañero salió y la descubríó atrincherada cerca del carro.
Era un animal hermoso. Joven e impresionante en verdad.
Si en la población hubiera esas organizaciones apoyadas por el gobierno para tratar especies peligrosas y llevarlas a lugares donde puedan existir en paz habríamos hecho lo posible por hacerla llegar porque mi compañero consiguió capturarla en una pecera todavía viva.
El olor de la carne es como la del pollo aunque no puedo asegurar que así sepa porque no la comimos ante la duda razonable de que el veneno no estuviera en su cuerpo al suicidarse.
La piel se quita abriendo el espacio en el extremo cercano a la cabeza y luego tirando de ella (casi como quitarse un calcetín) y debe hacerse lo más pronto posible para que salga completa y con facilidad. Según mi compañero y el señor que lo ayudó no es una textura agradable a pesar de que la piel de la serpiente ya retirada es sedosa (como en vida).
Luego se debe voltear y echarle sal para que no se descomponga, vuelve a voltearse y se acomoda como uno quiera que permanezca porque al secarse endurece.
¡Que criaturas tan hermosas son! Se bien que su forma de alimentarse es cruel (la nuestra también) y por eso no me animaría a conservarla en casa (amo también a los roedores y no me gustaría ver cómo se alimenta de ellos aún vivos) pero no puedo más que reconocer que soy yo la intrusa en su territorio y sentir pena por su muerte.
Ha sido un privilegio conocer a una vibora nacida libre en la misma zona donde ya he tenido el gusto de ver halcones, liebres, murciélagos, lechuzas, gavilanes, y tener una tortuga de tierra que a veces parece creerse perro casero por el tiempo que lleva viviendo con nosotros.
Para saber más de la serpiente dejo un enlace.
Saludos.